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QUINCE MINUTOS EN COMPAÑÍA DE JESÚS SACRAMENTADO

ESTACIÓN AL
SANTÍSIMO SACRAMENTO

Pequeño Devocionario Eucarístico. Además de Quince minutos en compañía de Jesús Sacramentado hay otras devociones eucarísticas: Estación al Santísimo Sacramento; Manera popular de hacer la estación al Santísimo; Oración para la Visita al Santísimo; Indulgencias para la Visita al Santísimo; Acto para la Comunión espiritual; Actas de adoración y acción de gracias ante el Santísimo Sacramento.

Quince minutos en compañía de Jesús Sacramentado

No es preciso, hijo mío, saber mucho para agradarme mucho; basta que me ames con fervor. Háblame, pues, aquí sencillamente, como hablarías a tu madre, a tu hermano.
¿Necesitas hacerme en favor de alguien una súplica cualquiera? Dime su nombre, bien sea el de tus padres, bien el de tus hermanos y amigos ; dime en seguida qué quisieras que hiciese actualmente por ellos. Pide mucho, mucho, no vaciles en pedir ; me gustan los corazones generosos que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos, para atender a las necesidades ajenas. Háblame así, con sencillez, con llaneza, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos a quienes ves padecer, de los extraviados que anhelas volver al buen camino, de los amigos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado. Dime por todos una palabra de amigo, palabra entrañable y fervorosa. Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón ; y ¿no ha de salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón especialmente ama?
Y para ti, ¿no necesitas alguna gracia? Hazme, si quieres, una como lista de tus necesidades, y ven, léela en mi presencia.

Dime francamente que sientes soberbia, amor a la sensualidad y al regalo; que eres tal vez egoísta, inconstante, negligente… ; y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos que haces para quitar de ti tales miserias.

No te avergüences, ¡pobre alma ! ¡ Hay en el cielo tantos justos, tantos Santos de primer orden, que tuvieron esos mismos defectos! Pero rogaron con humildad… ; y poco a poco se vieron libres de ellos.

Ni menos vaciles en pedirme bienes espirituales y corporales: salud, memoria, éxito feliz en tus trabajos, negocios o estudios; todo eso puedo darte, y lo doy, y deseo que me lo pidas en cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude a tu santificación. ״Hoy por hoy, ¿ qué necesitas? ¿Qué puedo hacer por tu bien? ¡Si supieras los deseos que tengo de favorecerte!

¿Traes ahora mismo entre manos algún proyecto? Cuéntamelo todo minuciosamente. ¿Qué te preocupa ? ¿Qué piensas? ¿Qué deseas? ¿Qué quieres que haga por tu hermano, por tu amigo, por tu superior? ¿Qué desearías hacer por ellos?

¿Y por Mí? ¿No sientes deseos de mi gloria ? ¿No quisieras poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus amigos, a quienes amas mucho, y que viven quizás olvidados de Mí?
Dime qué cosa llama hoy particularmente tu atención, qué anhelas más vivamente, y con qué medios cuentas para conseguirlo. Dime si te sale mal tu empresa, y yo te diré las causas del mal éxito. ¿No quisieras que me interesase algo en tu favor? Hijo mío, soy dueño de los corazones, y dulcemente los llevo, sin perjuíció de su libertad, adonde me place.
¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame, cuéntame, alma desconsolada, tus tristezas con todos sus pormenores. ¿Quién te hirió? ¿quién lastimó tu amor propio ? ¿quién te ha despreciado? Acércate a mi Corazón, que tiene bálsamo eficaz para curar todas esas heridas del tuyo. Dame cuenta de todo, y acabarás en breve por decirme que, a semejanza de Mí todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago recibirás mi consoladora bendición.
¿Temes por ventura? ¿Sientes en tu alma aquellas vagas melancolías, que no por ser infundadas dejan de ser desgarradoras ? Échate en brazos de mi providencia. Contigo estoy; aquí, a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo, ni un momento te desamparo.

¿Sientes desvío de parte de personas que antes te quisieron bien, y ahora olvidadas se alejan de ti, sin que les hayas dado el menor motivo ? Ruega por ellas, y yo las volveré a tu lado, si no han de ser obstáculo a tu santificación.

¿Y no tienes tal vez alegría alguna que comunicarme? ¿Por qué no me haces partícipe de ella a fuer de buen amigo?

Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho como sonreír tu corazón. Quizá has tenido agradables sorpresas, quizá has visto disipados negros recelos, quizá has recibido faustas noticias, alguna carta o muestra de cariño; has vencido alguna dificultad, o salido de algún lance apurado. Obra mía es todo esto, y yo te lo he proporcionado: ¿por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud, y decirme sencillamente, como un hijo a su padre: « ¡ Gracias, Padre mío, gracias!»? El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque al bienhechor le gusta verse correspondido.

¿Tampoco tienes promesa alguna para hacerme? Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu corazón. A los hombres se les engaña fácilmente; a Dios, no. Háblame, pues, con toda sinceridad. ¿Tienes firme resolución de no exponerte ya más a aquella ocasión de pecado ? ¿De privarte de aquel objeto que te dañó ? ¿De no leer más aquel libro que exaltó tu imaginación? ¿de no tratar más aquella persona que turbó la paz de tu alma ?

¿Volverás a ser dulce, amable y condescendiente con aquella otra a quien, por haberte faltado, has mirado hasta hoy como enemiga?

Ahora bien, hijo mío; vuelve a tus ocupaciones habitúales, al taller, a la familia, al estudio…; pero no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la soledad del santuario. Guarda, en cuanto puedas, silencio, modestia, recogimiento, resignación, caridad con el prójimo. Ama a mi Madre, que lo es también tuya, la Virgen Santísima, y vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso, más entregado a mi servicio. En mi Corazón encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos consuelos.

«¡Oh hostia saludable, que abres las puertos del cielo! El enemigo nos hostiliza, con sus ataques; danos fortaleza, préstanos auxilio.»

OTRAS DEVOCIONES EUCARÍSTICAS

Estación al Santísimo Sacramento

I. ¡Benignísimo Jesús! Agradecido a vuestros beneficios, y en particular al de la Sagrada Eucaristía, vengo a visitaros en la amorosa prisión, donde encerrasteis vuestra inmensidad para solicitar más vivamente nuestra devoción. Al llegar a vuestra soberana presencia os pido ante todo el perdón de mis pecados, e imploro después vuestra bendición.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

En todo lugar y en todo momento sea bendito y alabado el Santísimo Sacramento.

II. Benignísimo Jesús! No tengo bastante con vuestro perdón, pues necesito vuestro amor; quiero acercarme a vuestra sagrada Persona para sentir el suave calor que comunicáis al alma devota del Sacramento. Encerrad mi espíritu con Vos en la prisión del Sagrario, para que de esta manera, disfrute siempre de vuestra compañía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

En todo lugar y en todo momento sea bendito y alabado el Santísimo Sacramento.

III. Benignísimo Jesús! No tengo bastante con amaros; necesito más y deseo imitaros. Por mí fuisteis crucificado; hacedme, pues, lugar en vuestra cruz y concededme la gracia de que sepa sobrellevar dignamente las aflicciones de la vida por amor a Vos.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

En todo lugar y en todo momento sea bendito y alabado el Santísimo Sacramento.

IV. ¡Benignísimo Jesús! La devoción a vuestro Sacramento es como un vino delicioso y fuerte, que sostiene la vida del alma. Haced, pues, que aborrezca la ponzoña de los placeres mundanos, que envenenan y matan la vida del alma. Haced que sean continuas mis acciones de gracias por el gran beneficio de la Eucaristía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

En todo lugar y en todo momento sea bendito y alabado el Santísimo Sacramento.

V. ¡Benignísimo Jesús! Fuerza de los débiles, consuelo de los tristes, reposo de los fatigados, que llamáis amorosamente a todos los que andan por el camino de la vida ; oigo vuestra voz y vengo al Sagrario a buscar compañía en el desierto espiritual de este mundo.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

En todo lugar y en todo momento sea bendito y alabado el Santísimo Sacramento.

VI. !Benignísimo Jesús! Os ruego finalmente, por las intenciones del Papa, por la exaltación de la Fe Católica, por la paz y concordia entre los príncipes cristianos, extirpación de las herejías, conversión de los pecadores, perseverancia de los justos y alivio de las almas del Purgatorio. Concededme, Buen Jesús, el fruto de las indulgencias que ganamos al hacer esta visita.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

En todo lugar y en todo momento sea bendito y alabado el Santísimo Sacramento.

Manera popular de hacer la Estación al Santísimo

V. Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.

R. Por siempre sea bendito y alabado. Amén.

Heme aquí, Buen Jesús, en vuestra presencia, como un pobre ante un Rey; dadme, Señor, la limosna de vuestra divina gracia.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Heme aquí, Buen Jesús, en vuestra presencia, como un siervo ante su Amo; dadme,

Señor, el sustento de vuestro Cuerpo y libradme de mi gran miseria.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Heme aquí, Buen Jesús, en vuestra presencia, como un enfermo ante el Médico; sanad, Señor, las heridas de mi alma con el bálsamo de vuestra Sangre.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Heme aquí, Buen Jesús, en vuestra presencia, como un discípulo ante su Maestro; enseñadme, Señor, a practicar vuestra divina voluntad.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Heme aquí, Buen Jesús, en vuestra presencia, como un hijo ante su Padre; no me privéis, Señor, de la herencia paterna que es la patria celestial.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Heme aquí, Buen Jesús, en vuestra presencia, como una oveja ante su Pastor; guardad, Señor, el rebaño de vuestra Santa Iglesia y atended benignamente a las intenciones de nuestro Padre Santo.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Oración para la Visita al Santísimo

Señor mío Jesucristo que, por amor a los hombres, estáis de noche y de día en este Sacramento, lleno de piedad y de amor, esperando, amando y recibiendo a cuantos vienen a visitaros; creo que estáis presente en el Sacramento del altar. Os adoro desde el abismo de mi nada y os doy gracias por todas las mercedes que me habéis hecho, y especialmente por haberos dado Vos mismo en este Sacramento, por haberme concedido por mi abogada a vuestra amantísima Madre y haberme llamado a visitaros en esta iglesia. Adoro ahora a vuestro Santísimo Corazón y deseo adorarle por tres fines: el primero en acción de gracias por este insigne beneficio; en segundo lugar para resarciros de todas las injurias que recibís de vuestros enemigos en este Sacramento ; y, finalmente, deseando adoraros con esta visita en todos los lugares de la tierra, donde estáis sacramentado con menos culto y más abandono. Me pesa de haber ofendido tantas veces a vuestra divina Bondad en mi vida pasada. Propongo, con vuestra gracia, no ofenderos más en adelante, y ahora, por más miserable que sea, me consagro enteramente a Vos, renuncio a mi voluntad y os la entrego por completo, con mis afectos, deseos y todas mis cosas. De hoy en adelante quiero y os pido vuestro santo amor, la perseverancia final y el perfecto cumplimiento de vuestra Santísima Voluntad. Os recomiendo las almas del Purgatorio, especialmente las más devotas del Santísimo Sacramento y de María Santísima. Os recomiendo también todos los pobres pecadores. Finalmente, amadísimo Salvador, uno todos mis afectos y deseos a los de vuestro Corazón amorosísimo, y así unidos los ofrezco a vuestro Eterno Padre y le suplico, en nombre vuestro, que por vuestro amor, los acepte y escuche. Amén.

INDULGENCIAS PARA LA VISITA AL SANTÍSIMO

A los fieles que visiten devotamente el Santísimo Sacramento del Altar, y recen algunas preces ante él, se les concede:

Indulgencia parcial

Indulgencia plenaria, si la Visita dura por lo menos media״hora, y han confesa״ do, comulgado y rezan una breve oración por las intenciones del Sumo Pontífice. (E.I. 7).

Acto para la Comunión Espiritual

Creo, Jesús mío, que estáis en el Santísimo Sacramento. Os amo sobre todas las cosas y quisiera teneros en mi alma. Y ya que ahora no puedo re» cibiros sacramentalmente, venid, a lo menos, espiritualmente a mi corazón. Como si hubieseis venido, os abrazo y me uno del todo a Vos; no permitáis que jamás me separe de Vos.

Jesús mío, mi bien, mi dulce amor.

Herid, inflamad mi corazón.

Para que arda siempre enteramente por Vos.

A los fieles que practiquen la Comunión espiritual con cualquier fórmula que sea, se les concede: Indulgencia parcial (Ε. I. 8).

Actos de adoración y acción de gracias delante del Santísimo Sacramento

Yo os adoro, oh eterno Padre, y os doy gracias por el amor infinito, movido por el cual, para redimirme, os habéis dignado enviar a vuestro unigénito Hijo, convertido Él mismo en alimento de mi alma. Os ofrezco todos los actos de adoración y de acción de gracias, que os hacen los ángeles y los santos en el cielo y las almas justas en la tierra. Os alabo, os amo, os agradezco, con todas las alabanzas, todo el amor y todas las acciones de gracias con que os alaba, os ama y os da gracias vuestro

Hijo, y os ruego que hagáis que Él sea de todos conocido, amado, honrado, que se le den gracias y que sea dignamente recibido en este divinísimo Sagramento.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Yo os adoro, oh eterno Hijo, y os doy gracias por el amor infinito, movido por el cual, os habéis encarnado por mí, habéis nacido en un establo, habéis sido criado en un taller, habéis querido padecer hambre, sed, frío, calor, penas, trabajos, desprecios, persecuciones, azotes, espinas, clavos y muerte en el durísimo madero de la cruz. Os doy gracias, con toda la Iglesia militante y triunfante, por la infinita caridad con que habéis instituido el Santísimo Sacramento para alimentó de mi alma. Os adoro, en todas las hostias consagradas del mundo, y os doy gracias aun por aquellos que no os conocen y no os son agradecidos. Quisiera poder dar la vida para hacer que de todos seáis conocido, amado y honrado en este Sacramento de amor, y para impedir las irreverencias que se cometen y los sacrilegios que se hacen. Os amo, Jesús mío, y deseo amaros y recibiros con el amor, con la pureza y con los afectos de vuestra Madre Santísima, y con el amor y perfección de vuestro mismo purísimo Corazón. Amabilísimo esposo de mi alma, cuando vengáis a mí sacramentado, producid aquellos efectos para los cuales habéis venido, y haced que muera antes que os reciba indignamente.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Yo os adoro, oh eterno Espíritu, y os doy gracias por el amor infinito con que habéis obrado el inefable misterio de la Encarnación y por la infinita caridad con la cual habéis formado de la sangre purísima de María Virgen el cuerpo sacratísimo de Jesús, que, sacramentado, es el alimento de mi alma ; os ruego que iluminéis mi mente y purifiquéis mi corazón y el de todos los hombres, para que conozcan este gran beneficio de amor y lo reciban dignamente en el Santísimo Sacramento.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

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